EL TIEMPO QUE QUEDA

Sigue con esa vida que llevas. Sigue en tu fantástico mundo donde puedes hacer lo que te apetezca. Con tus películas porno y jugando al Pro hasta que te salgan los ojos de las cuencas. Sigue con las figuritas-rol-warhammer que tanto te gustan. Continúa viendo esas chicas imposibles de las revistas o masturbándote en secreto con esa chica del grupo tan calentona que no te hace ni puto caso.
Sigue viendo el canal que venía sintonizado en la televisión, desinformándote y perdiendo memoria a corto plazo en cada anuncio que emiten. Mirándote en el espejo y detestándote. Llorando un poco antes de dormir y esperando que cambie tu suerte de una vez por todas.
Pero tranquilo, que pronto te casarás, tendrás dos hijos, un perro y una hipoteca a 40 años. A los dos años de matrimonio te odiarás por no tener la vida que querías. Tu mujer se cansará de ti, pero seguirá contigo para contagiarte su tristeza. Tus hijos te verán como una persona simple y sumisa.
Laboralmente, volarás por debajo de la línea del radar durante 45 años y te jubilarás ya medio senil para intentar disfrutar de una vida mal remunerada. Harás lo normal de un abuelo: hacer crucigramas, jugar al mus, quejarte de los huesos, mirar obras y no dar un puto duro a tus nietos.
Te morirás y a la semana no te recordará ni Dios. En la foto de tu lápida saldrás posando alegremente y sonriendo sin la dentadura.
¿No son fabulosas las expectativas?