Confieso que enterrar a algunas gentes constituye un gran placer. (Antón Chéjov)
Bueno amigos, ya estamos más cerca de conseguir nuestro sueño: nuestro tanatorio particular. Aunque tienes dudas ¿verdad? Te vienen mil preguntas a la cabeza y no sabes por donde empezar. Tranquilo, no estás solo. Juntos emprenderemos un viaje por este fantástico y bello mundo de soledad y muerte que es la tanatología.
Para empezar, tres cosas fundamentales:
1. El sitio. Yo me inclino por los pueblos antes que por las ciudades. Los terrenos se queman con más facilidad y las licencias se otorgan casi al instante, a cambio por supuesto, de colocarle un pisito al alcalde, y hacer un parque para los niños o un centro social para los drogadictos.
2. Decoración. Todo neutro. Sin implicación religiosa específica para poder abarcar cuerpos de todos los grupos étnicos sin hacer distinción ni preferencia. De puertas para adentro es cosa tuya.
Los jardines.Es importante que estén bien cuidados por la siguiente asociación:
muerte→descomposición→mierda→estiércol→jardines
A mejores jardines, mejores muertes y menos dolor para todos. Es algo espantoso, pero es así.
3. Maquinaria. Esto ya es lo que te quieras gastar. ¿Para qué quieres una cámara frigorífica si con un buen arcón vale? Y de hornos para incinerar nada, que cuestan una pasta. Con unos paléts nos apañamos, que con un poco de suerte dejamos el pueblo con un estilo a lo Silent hill que será la envidia de toda la comarca.
Y bueno, poco más. La experiencia te enseñará a hacer las cosas mejor. Y por el camino, improvisa, que no pasa nada.
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