1982 Michael Fagan vestido con Jeans, una camiseta sucia y sangrando de su mano se introduce a la recámara de la Reina Elizabeth II mientras ella dormía y su guardia personal paseaba a su perro. Los dos entablan una conversación de 12 minutos mientras el intruso sostenía un cenicero roto dentado, antes de que alguien lo aprehenda.
1 comentario:
Bonito día para un magnicidio...
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